martes, 14 de septiembre de 2010

historia de ibarra




28 DE SEPTIEMBRE DE 1606

“Fundada la Villa de San Miguel de Ibarra, en el extenso y hermoso Valle de Carangue, por el Capitán Don Cristóbal de Troya Pinque, a nombre del Sr. Don Miguel de Ibarra, VI Presidente en la serie cronológica de la Real Audiencia de Quito, el 28 de Septiembre de 1606; el Juez Poblador, con fecha 2 de octubre, nombra el Primer Cabildo de queda integrado así: Alguacil Mayor, Joan de Zarzosa, con voto y voz en Cabildo”.

Aquellas resoluciones atesoradas como sagradas reliquias en las páginas de los Libros que forman silenciosa pero elocuentemente nuestra gloriosa Historia vamos a rememorarlas hoy con singular veneración; y filial afecto, para que los ibarreños todos –presentes y ausentes del terruño- sepamos evocar religiosamente hoy las viejas glorias de nuestra cuatro veces centenaria Ciudad, que ostenta blasones de espiritual grandes y de singular hidalguía que hacen de ella una de las ciudades más españolas y más nobles por su prosapia y tradición histórica.

Conozca la historia acerca de la Fundación de lbarra, acto importante en el pasado, presente y futuro de la vida de nuestra querida ciudad. Aprenda más sobre los personajes que intervinieron en este noble acto, coméntelo con sus familiares y amigos para que todos lo sepan y podamos decir con mucha alegría ¡QUE VIVA IBARRA!.
¿POR QUÉ FUNDAR UNA VILLA? Muchos motivos persuadían a establecer una villa española en el Valle de Carangue, en el suave declive de la ladera norte del volcán Imbabura, en el triángulo formado por los ríos Tahuando y Ajaví. Era el sitio adecuado para la bifurcación de los caminos de Popayán y el Nuevo Reino, por el norte; y por el occidente, al Mar del Sur, siguiendo el natural camino abierto por los ríos nacidos en ese valle que se abrían..
VECINOS FUNDADORES DE LA VILLA DE SAN MIGUEL DE IBARRA

Cumpliendo la Ley de Poblaciones, ante el Juez Fundador debían inscribirse los nuevos vecinos, jefes de familia, que así obtenían sus derechos ciudadanos de propietarios y de voz activa y pasiva en la comuna.

El Primer Libro de Cabildos no trae esta lista, que sólo aparece en la revisión de distribución de solares, realizada en 1.611, por el Presidente doctor Juan Fernández de Recalde, que fue aprobada por el ayundamiento ibarreño, a 30 de setiembre de 1.611. La lista de 165 vecinos consta en el archivo del Cabildo quiteño.

El Dr. Cristóbal Tobar Subía presenta la lista completa de los 165 fundadores de la Villa, de los cuales 82, la mitad son casados; hay varias mujeres madres de familia en el elenco Rectifica la nómina que trae el Pbro. Juan de Dios Navas en su obra citada, p. 192.

La villa de San Miguel de Ibarra se había fundado en tierras de varios indios caranqueños y principalmente en las estancias de Antonio Cordero y de Juana Atabalipa, viuda de Gabriel Carvajal; todos ellos debían presentar tasadores para proceder a la compensación con tierras realengas o su justo precio en dinero.

Connotación de interés.- El III Centenario de la fundación (año 1.906) lo celebraron con fervor - Mons. Elias Liborio Madera en su periódico "Hojas Sueltas", hace una apretada síntesis del gran acontecimiento, en estos términos:

"Los españoles, después de la conquista, y una vez organizado el gobierno colonial, se establecieron en gran número en el VALLE DE CARANQUI, en donde fundaron también conventillos los religiosos de Santo Domingo y San Agustín. Mas a medida que se aumentaba el número de pobladores, se hacía más difícil la administración de la cosa pública, y más necesaria la fundación de una villa entre la de Pasto y la ciudad de Quito, ya que las prerrogativas de los CORREGIMIENTOS y de los ASIENTOS no satisfacían las necesidades de la comarca.

"Esta exigencia social, y las repetidas solicitudes de los habitantes del valle, aceleraron la realización del hecho que hoy conmemoramos.

"Corría el año 1.606. La Silla Pontificia estaba ocupada por Clemente Octavo; en España y en las Indias reinaba Felipe Tercero; el Virreinato del Perú se hallaba vacante, por muerte de D. Gaspar Zúñiga de Acevedo y Fonseca, Conde de Monterrey, y, asimismo, la Sede quítense, por renuncia del santo obispo Fray Luis López de Solís; el gobierno de la Presidencia de Quito corría a cargo de Don Miguel de Ibarra, y era Corregidor de Otavalo D. Diego López de Zúñiga. El 23 de Setiembre, el piadoso D. Miguel de Ibarra firmó el auto por el cual fundaba la nueva villa en el Valle de Caranqui. poniéndola bajo la protección del Arcángel San Miguel, y legándole, como Preciada herencia, su propio apellido.- El 27 fue notificado con dicho auto el Corregidor de Otavalo, y el 28, día jueves, D. Cristóbal de Troya, Comisionado AD HOC, en Presencia de numeroso concurso, y con las formalidades de estilo, fundó la VILLA DE SAN MIGUEL DE IBARRA ".
ACTA DE LA FUNDACIÓN DE LA VILLA DE SAN MIGUEL DE IBARRA POR EL REGIDOR DE LA CIUDAD DE QUITO,
CRISTÓBAL DE TROYA Septiembre 28 - 1606
Fundación de Ibarra
Cuadro del Nacimiento de Ibarra
Pintado por Rafael Troya

«Estando en el Valle de Carangue, a veintiocho días del mes de, Setiembre de mil y seiscientos y seis años, el Capitán Cristóbal de Troya Juez Poblador dixo que Su Merced  ha visto  el sitio donde por su comisión se le manda que pueble, y le parece quel sitio y tierra es tal cual conviene, por ser la parte más cómoda y llana y de mexor temple que hay en el dicho valle y su comarca y por tener todos los demás requisitos necesarios, dixo que se señalaba y señaló por sitio para con el favor de Dios Nuestro Señor poblar y fundar la Villa de San Miguel de Ibarra, debaxo de los linderos siguientes: por al una parte el río grande de Carangue y por la otra., tomada su derecera desde el mesmo rió hasta llegar a un árbol de guabo questá en la dicha tierra y pasando del por la misma derecera hasta un moxóa donde hay nueve cuadras, y de la otra hacia el convento donde al presente está fundada el monasterio de la Recoleta, que hay otras nueve cuadras, en el cual sitio dará los solares en que labren y edifiquen las personas que en él se poblaren, y protes a de hacer la población y traza luego en este dicho oía; y ansí lo proveyó y firmó.- Cristóbal de Troya.-  Ante mí,   Pedro  Carvallo.

En el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Híxo y Espíritu Santo, tras personas y un solo Dios verdadero, en quien debemos creer y adorar, tomando por intercesora a la esclarecida y soberana Virgen María Nuestra Señora, para alcanzar misericordia y merced, tener buen fin y subceso en lo que se pretende a gloria de Dios y provecho del, beneficio público y común. Yo el Capitán Cristóbal de Troya, por comisión del Señor Presidente Licenciado Miguel de Ibarra, Gobernador y Capitán General del distrito de la Real Audiencia del Quito, en veintiocho días del mes de Setiembre de rail y seiscientos y seis años, estando en el asiento y valle de Carangue, en la estancia de Antonio Cordero, que es la parte y lugar que en la dicha comisión se me señala, para hacer y fundar la dicha villa, y usando de la dicha mi comisión y título que está por cabeza destos autos, tomo por abogado y patrón al Príncipe de los Ángeles y Arcángeles San Miguel, en cuya víspera y debaxo de su nombre y protección, en presencia de mí el Escribano, trayendo consigo las personas siguientes: al Capitán Don Diego López de Zúñiga, Corregidor de partido de Otavalo y al Maestro Fray Gabriel de Saona de la Orden del Señor San Agustín y al Maestro Fray Pedro Bedón Vicario Provincial de la Orden de Santo Domingo y Prior del convento de Nuestra Señora de la Peña de Francia, de la ciudad de Quito, y al Padre Fray Pedro de San Agustín Prior del Convento de San Pedro de los Olivos, y al Padre Fray Joan de Arcaya Vicario del convento y frailes de la Recoleta deste dicho sitio, y al Capitán Rodrigo de Miño, Joan de Zarzosa, Tomás de Avila, Joan ce León Avendaño, Gabriel Gómez, Antonio de la Canal, Joan Martínez de Orbe, Joan de Gallegos, Joan Sánchez de Alva, Mateo Moreno de Acosta, Mateo de Yépez, Antonio de Carvaxal, Diego Ximénez Nieto, Pedro de Montenegro, Francisco Moriano, Francisco Nieto, Sebastián Hernández de Vergara, Joan Gómez  de Olvera,  Pedro de  Miño,  Xristóbal Palomino, Jerónimo Floro, Diego Ponce, Pedro Delgado, Joan Serrano, Vicente de Insausti, Cosme Ximénez, Joan de la Roca, Joan de Ludueña, Joan dé Brito, Joan Farfán, Joan de Arévalo, Joan de Cuevas, Francisco Rodríguez y Urbán de la Serna y Antonio López Serrano y Diego Ponce El Mozo; y estando como dicho es, todos juntos con el dicho poblador, con la solenidad que se requiere de derecho, dixo que, conformándose con su título y comisión y en nombré de la Real, Majestad del Rey Don Felipe nuestro Señor, puebla, funda y establece la Villa de Sari Miguel de Ibarra en el dicho sitio y lugar suso referido y le pone por apellido y nombre San Miguel de Ibarra, que es el nombré qué por la dicha comisión se le manda y le tiene señalado, porque de esta manera se ha de llamar e intitular de hoy en adelante y le señala por términos y juredición, por la parte de la ciudad de Pasto; hasta la puente de Rumichaca, y por la otra parte, hasta el pueblo de Otavalo, exclusive, y por la otra hasta la laguna de Cochicarangue, y por otra, parte hasta los pueblos de Lita, Quillca y Cahuasquí, y en virtud del dicho su  título y comisión libra y exenta esta dicha villa de la juredición de la Ciudad de San Francisco de Quito cualquiera .ciudad comarcana, para que sobre ella, no tengan ni puedan tener juredición alguna las Justicias de la dicha ciudad del Quito ni otra alguna y solo la subjeta y somete a la Real Audiencia de San Francisco del Quito y a los señores Visorreyes destos Reinos ya los Gobernadores y Corregidores y Lugartenientes que la dicha Villa tuviere, para que como villa fundada y poblada en nombre del Rey nuestro Señor, la defiendan y amparen en justicia; y porque en el dicho sitio, en la parte más cómoda que. esta villa tiene, para poder hacer plaza, el dicho Juez Poblador puso y mandó poner un rollo en medio de la dicha plaza, de lo cual yo el presente Escribano doy fée, porque en mi presencia se puso y fixo, que es de un madero grueso, el cual dicho Juez Poblador mandó sirva de horca y cuchillo, adonde dixo han de ser punidos y castigados los delincuentes, de sus culpas, crimines y excesos, conforme a las leyes Reales; el cual puso con protestación de hacerlo de cal y ladrillo y quitarlo y removerlo en parte que más cómoda sea; y en el interim, mandó que ninguna persona sea osado a quitar el dicho rollo de la parte y lugar donde está puesto y fixado so pena de la vida y de la tercia parte de su hacienda para la Cámara de Su Majestad; y ansí lo proveyó, mandó y firmó de su  nombre.-  Cristóbal  de  Troya.- Ante  mí,  Pedro  Carvallo.





 personajes ilustres de ibarra
LA DESIGNACIÓN Y ENTREGA DE SOLARES

El 29 de septiembre de 1606, el Juez Poblador entrega los solares para iglesia, plaza pública, ejidos, carnicería, hospital, cárcel, estancias, huertos y habitación, estos últimos mediante un sistema de sorteo.

Se los cataloga en cuatro zonas de ocho cuadras de extensión, las tres primeras, partiendo de la plaza mayor. La primera zona tenía un costo de ocho patacones por solar, la segunda seis patacones, la tercera cuatro patacones y la cuarta tres patacones (era la más extensa). Este dinero serviría para pagarles a los dueños de la tierra y lo sobrante para iniciar con las obras públicas.


Al convento de Nuestra Señora de la Merced se le asignó la cuadra número docientos sesenta y cinco, en lo demás coincide con los espacios actuales de este convento, de la iglesia de San Agustín, La Concepción, Santo Domingo y San Francisco.

El 10 de diciembre de 1608, el Virrey de Lima confiere poder al Presidente de la Real Audiencia de Quito, Dr. Juan Fernández de Recalde, para que se legalicen las adjudicaciones de los solares otorgándoles sus respectivos títulos de propiedad. Lo cual concluye el 8 de octubre de 1611.

Cabe indicar que los solares soportaban la prohibición de enajenar por cuatro años desde la legalización, constituyéndose en una especie de patrimonio familiar a fin de evitar los negociados y la presencia de extraños.

LA OPOSICIÓN

Nos relata nuestro benemérito historiador citadino Jorge Villalba Freire S. J. que este acontecimiento de la fundación española de la Villa motiva celo y preocupación de los vecinos de Quito que, dos días después, advirtieron lo que ocurría y la actitud del Corregidor Don Fernando de Castro cuando les expone a los Regidores sobre creación de la Villa, calificándola de un desmedro para la capital. Por ello, "Acordaron enviar dos diputados a besar las manos del señor P residente y se le pide haga merced de dar licencia para que la ciudad y cabildo aleguen su derecho".

De igual manera sucede en el Corregimiento de Otavalo, lo que crea un notorio distanciamiento de autoridades y comunidades, limándose con el transcurso del tiempo. bajo nuevos ideales de fraternidad regional.

A esta fecha nos acercamos a la celebración del CD aniversario de la Fundación Española de la Villa y nuestro compromiso con la Historia, para resaltar los ideales de nuestros antepasados inspirados en los principios inmutables del patriotismo y la solidaridad.

Ibarra es una ciudad nueva, data de 1872, es la ciudad más joven del Ecuador.

Aquella ciudad tranquila, donde los días inundados de luz se hacían mas largos y en cuyas calles la vida se diluía sin apremios, saboreando la dulce placidez de la campiña cercana, ha crecido, a partir de su reconstrucción en 1872.

El núcleo urbano lo formaban 69 manzanas, con 10 calles longitudinales y 11 transversales. La comunicación con el interior de la República se hacía por el camino en el cual hoy se asienta el Barrio de el Empedrado, para seguir por la quebrada de Chorlaví y la parroquia de San Antonio.

La entrada Norte era el tradicional camino de El Batán y Los Molinos. Las calles trazadas a cordel, lucían empedradas cuidadosamente y con canto rodado escogido y las veredas cubiertas con ladrillo rojo vivo, ponían un toque de alegría.

PRIMER CABILDO IBARREÑO

Justo es que inmortalicemos en las páginas de la historia los nombre de quienes empezaron haciendo historia empezaron haciendo historia de nuestra querida ciudad, en los albores de su nacimiento, como ser el PRIMER CABILDO con el que empezó sus actividades sociales, políticas y económicas.

Fundada la Villa de San Miguel de Ibarra en el extenso y hermoso valle de Carangue, por el Capitán Cristóbal de Troya y Pique, a nombre del señor don Miguel de Ibarra, SEXTO Presidente de la serie cronológica de la Real Audiencia de Quito, el 28 de Septiembre de 1606, el Juez poblador con fecha 2 de Octubre del mismo año nombra el PRIMER CABILDO, que queda integrado así:

ALGUACIL MAYOR:
Joan de Zarsoza, con voz y voto en el Cabildo.

REGIDORES:
Joan Martinez de Orbe,
Vicente Insuasti,
Antonio de Carvajal,
Francisco de Valencia,
Joan Rodríguez  Pacho,
Mateo Moreno Acosta,
Pedro Gonzales vaca,
Francisco Balbueno; y

PROCUDOR GENERAL: Antonio de la Canal.-

Patrióticas e indelebles, con el sello del acierto fueron las resoluciones de los primeros Cabildos que trabajaron abnegadamente, pletóricos de inmenso cariño filial a su querida Villa, nacida a la vida de los pueblos y de la civilización, gracias a la inquietud espiritual y a los incansables esfuerzos de sus nobles e hidalgos hijos.

DECRETO DE BOLIVAR

A su paso por Ibarra, el Libertador Simón Bolívar, en reconocimiento a la heroica participación de los Ibarreños en todas las campañas Libertarias llevadas a cabo, en el Departamento del Sur  de Colombia, por el General, Padre de cinco naciones, en fecha 2 de Noviembre de 1829 volvió a ratificar la categoría de ciudad, firmado y ratificado por su puño y letra.

“Se debe tomar en cuenta que el Decreto de Simón Bolívar no es cosa nueva sino que es una ratificación a la categoría dada por la Junta SUPREMA GUBERNATIVA DE QUITO, acordada por unanimidad de todos los que formaron la JUNTA SUPREMA, con  la Presidencia del obispo de Quito, José Cuero y Caicedo.

 

 

BATALLA DE BOLÍVAR DE 1823

Otra de las importantes festividades de la urbe ibarreña hace relación a la gloriosa y trascendental BATALLA DE IBARRA librada el 17 de julio de 1823, entre patriotas y realistas. Por sus características y singular importancia la dirigió personalmente el Libertador para ratificar la independencia de España conseguida en la BATALLA DEL PICHINCHA, el 24 de Mayo de 1822, ratificándole a Quito el calificativo de LUZ DE AMERICA.

Algunos historiadores han ignorado o no han sabido valorar este hecho que enorgullece a nuestra ciudad, y si lo tratan, lo manejan como algo pasajero y sin ninguna proyección. Sin reflexionar en las consecuencias nefastas que hubiese tenido el triunfo monárquico del General de Brigada de los Ejércitos del Rey de España, Juan Agustín Agualongo, que avanzó desde la indómita ciudad de Pasto (Colombia) con la idea fija de terminar con el brote rebelde de la independencia, propiciado inicialmente por los patriotas quiteños y ratificado por la espada de Bolívar y sus Generales.

 

Aquí, en Ibarra, se libra la batalla del 17 de julio de 1823, concretándose en las breñas del Tahuando y sus sectores vecinos, a fuerza de la necesidad. La caballería arrasa todo, sin dejar piedra sobre piedra. Disparos por doquier, lanzas que dividen cuerpos inertes, espadas que fulminan y un olor a muerte en la comarca. Nos relata el General O'Leary que el valor de los rebeldes no cedió en la derrota despreciando el perdón que se les ofrecía a cambio de la rendición incondicional. Así nos dicen los partes de la batalla que ochocientos realistas ofrendaron su vida en un reguero de sangre, que por el norte llegaba al río Chota. Mientras trece muertos y ocho heridos era saldo republicano.

El triunfo del 17 de julio significó la ratificación del valor y el coraje por la defensa de la libertad. Fue el paso previo para la consolidación venezolana, con la derrota de la escuadra española en Maracaibo el 24 de julio de 1823; luego vendría la independencia del Perú.

Para concluir este patriótico relato, resaltemos en forma reiterativa el apoyo de Ibarra y sus cantones al proceso de independencia mentalizado por el genio del Libertador y, especialmente, al durísimo enfrentamiento con la ciudad realista de Pasto como sosteníamos anteriormente; tomando en cuenta inclusive, que para ello intervinieron los mejores Generales, como el propio Bolívar, Sucre, Salom, José María Córdova y Juan José Flores.

Para todas y cada una de las campañas contra Pasto, nuestros mayores colaboraron con el reclutamiento de personas, bienes, caballos, insumos y dineros. No olvidemos los pedidos de Sucre a las autoridades de lbarra, el primero de septiembre de 1822, comunicádoles que pasarían por la Villa un total de mil hombres de tropa con dirección a Pasto y la necesidad imperiosa de colaborar con víveres, caballos y raciones en abundancia.

Este suelo imbabureño se llenó de gloria con la presencia del Padre de la Patria y, repetidas veces, admiró el paso de sus batallones a sus campañas heroicas.

Por estos motivos, es obligación escarbar las raíces para encontrar nuestra identidad. Si el 9 de octubre nos recuerda la gesta libertaria de Guayaquil y el 24 de Mayo la Batalla del Pichincha, siendo considerados como días de gloria nacional; el 17 de julio debe ocupar similar espacio como el Día decisivo de la Independencia.

TERREMOTO DE 1868

Habían transcurrido doscientos sesenta y dos años desde la fundación de la Villa notándose un crecimiento substancial en su configuración arquitectónica. Todo parecía normal desenvolvimiento de la vida citadina y la actitud humana con caractéres positivos, ignorando el riesgo de vivir en el cinturón de fuego del Pacífico, compartiendo con toda una hilera de volcanes activos.

A la 1 de la madrugada del 16 de agosto de 1868, en una noche completamente oscura y tétrica, cuando todos dormían, la tierra se sacudió en terribles convulsiones alzándose de abajo hacia arriba; cambiando de lugar los caminos, cercos, accidentes físicos de limitación y terrenos enteros. Todo ello, con un ruido ensordecedor como si la madre tierra estaría dando a luz a la montaña. Aquella noche cuando ganaron sus lechos como de costumbre: cuando rompió la aurora, las ciudades eran sepulcros, cadáveres sin dueños.

Todos se había venido abajo, y de manera tal, que los cimientos, como impelidos por bocas de fuegos, salieron disparados y se puesieron sobre las techumbres.

Sepultando en sus escombros a más de 20.000 habitantes. Los ibarreños sobrevivientes se trasladaron a acampar en los llanos de Santa María de la Esperanza (Sur-Este de la ciudad, frente a Caranqui, hoy avenida de El Retorno).

Empezaron a regresar a sus lares nativos desde el 22 de abril de 1872.

Para finalizar este relato, digamos que el epicentro del brutal terremoto estaba localizado en la cordillera Occidental de los Andes que circundan a la Hoya de Ibarra, junto al volcán Cotacachi, en los cerros La Viudita y el Chilesque erupcionaron con toda la fuerza lanzando los elementos incandescentes de sus entrañas.

EL RETORNO DE 1872

En los días posteriores al fatídico terremoto del 16 de agosto de 1868 los sobrevivientes buscaron refugio en la parte sur de la ciudad de Ibarra, justamente al inicio de las faldas del volcán Imbabura, denominadas los llanos de Santa María de la Esperanza.

En ese lugar relativamente alto, donde la montaña ofrece una mejor estructura geológica, a más de las posibilidades fundamentales de abastecimiento de agua para uso doméstico, se asentaron nuestros coterráneos en improvisadas tiendas cubiertas de tejas, esteras (tejido realizado con totora a manera de rodapié) y otros materiales aprovechables rescatados de las ruinas.

La parte espiritual jamás fue descuidada con el ejemplo y la fortaleza interior del virtuoso Canónigo Mariano Acosta y su constante consuelo impartido a los deudos, desamparados y en general, a todos los que demandaban desesperados su consuelo.